Hace 30 años salia de la cadena de montaje de Mangualde, en Portugal el último Citroën 2CV

 

Desde nuestro bureau en España con Omar Fuertes Rizzo

 

El último Citroën 2CV salió de la cadena de montaje de Mangualde, en Portugal, hace 30 años, el 27 de julio de 1990. Este modelo había iniciado su historia de éxito en el Salón del Automóvil de París de 1948.

Cuando se presentó por primera vez, el 2CV sorprendió por su original diseño, su versatilidad y su economía, pero supo distinguirse también por las innovaciones tecnológicas que aportaba, muy avanzadas para su época y entre las que destaca la tracción delantera, la suspensión elástica y el motor de dos cilindros refrigerado por aire.

El elevado número de pedidos que registró demostraba que el pequeño coche se convertiría rápidamente en parte integrante de la sociedad y, con el tiempo, en uno de los grandes iconos de la historia del automóvil.

El Citroën 2CV se desarrolló pensando en un público muy amplio y en un momento en el que el automóvil era todavía un objeto de lujo. Era un vehículo económico con características innovadoras pensado para responder a las necesidades de la época.

El 2CV conquistó a las masas con su excepcional planteamiento y en 1990 la totalidad de ejemplares vendidos superaba los 5,1 millones, incluyendo en el cómputo global las versiones furgoneta.

EL PROTOTIPO TPV “TOUTE PETITE VOITURE”

A mitad de la década de 1930, Citroën inició el desarrollo de un coche económico, el futuro Citroën 2CV. Debía ser un coche de pequeño tamaño capaz de circular por cualquier parte y de transportar cualquier cosa, barato de compra y económico de uso.

Estas fueron las instrucciones transmitidas por el Director General al ingeniero André Lefèbvre, que, en aquella época, era el responsable máximo de desarrollo en Citroën:

Pon a tu equipo a trabajar en el diseño de un coche que pueda transportar a dos campesinxs con sus zuecos, 50 kilos de patatas o una barrica de vino a una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora y con un consumo de tres litros cada 100 kilómetros”.

Gracias a sus características de vehículo de gran versatilidad, bajo consumo y coste reducido, la “Toute Petite Voiture” (“coche muy pequeño”) fue un coche para todxs, tanto en el ámbito urbano como en el rural.

El proyecto estuvo listo en 1939 y debía presentarse ese mismo año, pero, al estallar la Segunda Guerra Mundial, el Salón de París fue suspendido, los 250 prototipos construidos fueron destruidos y apenas se completaron un puñado de unidades que fueron ocultados a las fuerzas invasoras alemanas.

CITROËN 2CV – SÍMBOLO DE LIBERTAD PARA TODXS

Después de la Guerra, Citroën volvió a trabajar en el proyecto y el Citroën 2CV, totalmente rediseñado en relación con el TPV, se presentó el 7 de octubre de 1948 en el Salón del Automóvil de París.

La primera berlina de pequeño tamaño y tracción delantera del mundo era un coche sin pretensiones, espacioso, simpático y económico y conquistó al público de manera inmediata. El Citroën 2CV se convirtió en la expresión de una nueva filosofía de transporte individual y en un símbolo de la libertad y la alegría de vivir.

A causa de la escasez de materias primas, Citroën solo podía garantizar, inicialmente, una producción limitada, lo que generó listas de espera superiores a los seis años.

El precio de venta del Citroën 2CV era muy bajo, al igual que los costes de uso gracias a la sencillez tecnológica que le caracterizaba. Era, por lo tanto, un coche parco en consumo y que apenas requería mantenimiento.

CARROCERÍA Y CHASIS

La carrocería de acero de cuatro puertas del Citroën 2CV no era de tipo autoportante y, como la mayoría de los componentes del vehículo, se atornillaba al chasis. En lugar de un techo fijo de acero, el vehículo disponía de un techo convertible en algodón impermeable que contribuía a reducir el peso del conjunto y a incrementar el bienestar en el habitáculo.

El comportamiento dinámico del Citroën 2CV se caracterizaba por una buena movilidad tanto en asfalto como fuera de él, así como por una notable inclinación lateral de la carrocería en las curvas.

A causa de su ligereza, del motor bóxer y de un depósito situado muy bajo, el centro de gravedad era muy favorable y convertía casi en imposible la posibilidad de vuelco. Inicialmente, todas las unidades se equiparon con frenos de tambor en las cuatro ruedas y solo a partir de 1981 se montaron frenos de disco en las ruedas delanteras.

MOTOR

El nuevo motor bóxer bicilíndrico refrigerado por aire y con una cilindrada inicial de 375 c.c. desarrollaba 6,6 kW (9 CV) y estaba acoplado, de serie, a una caja de cambios de 4 marchas por primera vez en un coche de la marca. A esta versión inicial le sucedieron numerosas evoluciones. El motor de 602 c.c. incorporado en el Citroën 2CV6 de 1970 desarrollaba ya 21 kW (28 CV). En todos los 2 CV fabricados era posible poner el motor en marcha utilizando la manivela prevista para aflojar los tornillos de las ruedas.

La primera versión del Citroën 2CV conseguía, con sus 9 CV, una velocidad máxima del orden de 70 km/h. Los últimos modelos, con 29 CV, alcanzaban una velocidad máxima de 113 km/h. El 2CV es uno de los pocos modelos de serie del mundo en el que la potencia inicial se triplicó a lo largo de su vida comercial.

“MADE IN SPAIN”

En España, el Citroën 2 CV tuvo un papel fundamental en el desarrollo de la industria de automoción. En 1958, abría sus puertas, en la Zona Franca de Vigo, la fábrica de Citroën Hispania. El primer modelo que salió de las líneas de montaje de la planta gallega fue el 2 CV, en su versión furgoneta.

EL 2CV FURGONETA

La furgoneta basada en el 2CV, que se lanzó en la primavera de 1951, difería de la berlina a partir del montante central donde empezaba una espaciosa zona de carga en forma de caja. Ofrecía una gran facilidad de carga gracias a las dos puertas batientes traseras. La versión Furgoneta del 2CV fue utilizada por innumerables servicios públicos en toda Europa, España incluida.

LAS SERIES ESPECIALES

A partir de 1976, se desarrollaron numerosas series especiales de las que la primera fue la llamada SPOT, realizada sobre el 2CV Club, con carrocería de color Orange Teneré. El SPOT tenía el motor de 435 cc y, solo para Suiza, montaba el de 602 cc. Se vendieron tan rápido que la marca pensó rápidamente en lanzar nuevas series especiales.

En 1981 llegó el Charleston (que debería haberse llamado Tréfle, como el pequeño Citroën 5HP de la década de 1920) y que era un homenaje, en estilo retro, a los “felices años 20”. Disponible en amarillo y negro o en burdeos y negro, más tarde también se vendió en una elegante combinación de dos tonos de gris.

En 1983 se lanzó la versión France3 y luego llegaron el Dolly en 1985 y un año después el Cocoricò con decoración tricolor sin olvidar una versión dotada de nevera desarrollada en colaboración con una firma francesa de agua mineral: el 2CV Spécial Perrier (1988).

Pero de todas ellas y sin ninguna duda la más exitosa fue la Charleston cuyas ventas permitieron prolongar la vida del 2CV hasta 1990.

EL 2CV SE CONVIERTE EN UN SÍMBOLO UNIVERSAL INSPIRADO EN LAS PERSONAS

Este modelo único se convirtió rápidamente en un best-seller. Después de que el último 2CV saliera de la planta de Mangualde (Portugal) el 27 de julio de 1990, el pequeño 2CV se convirtió en un vehículo de culto.

Hoy, como ningún otro modelo, sigue siendo un símbolo de libertad, fascinación por la cultura francesa, anticonformismo y aventura. Y por este motivo, todavía hoy, miles de apasionadxs lo coleccionan y lo convierten en un símbolo de su estilo de vida.